Llegué cuando el cielo estaba descalzo.
Lo llamaban verano,
pero mi olfato algo oliscaba,
era el petricor dejado en el ambiente
por el abrazo al suelo de las lluvias recientes.
El sol besando mi piel
amacizó en segundos su resequedad y,
gloria celestial la ventisca
pasando rauda a mi lado,
soplando pujante su frescura
como mi angustia ante la vida.
Llegué acunado por la existencia
anhelando de algún creador su presencia,
y la mar no se hizo presente,
y el himno telúrico fue más vehemente.
@mariosalinas61
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