En lo que muchos han de estar de acuerdo es que la
humanidad no ha encontrado un sistema que satisfaga sus necesidades básicas. Además,
que han primado los tiempos de guerra sobre los de paz, ella anda solazada en
los espíritus, acobardada de su realidad.
La humanidad ha carecido de tranquilidad, del sosiego natural
que cualquiera de su especie desea. Su habitación, el globo terráqueo, se ha nutrido
de sus huesos desde su divagar de homínido trashumante barrido por los desastres
que ése le cobra y por la justificación que a él mismo llena: la del homicidio;
pues, ese humano ha matado a otros reivindicándose en alguna creencia -política
o religiosa- o argumentando la necesidad del metal para su propia sobrevivencia,
empero, la evaluación del acto concluye sus motivaciones en la saciedad “de su sed
de sangre”. Así, utilizando los medios de las armas, el humano ha convencido a otros
para conformar grupos y, escudados en diferentes uniformes, los ha enfilado en
poderosos ejércitos que actúan -en inconsciente colectivo- matando al por mayor,
convirtiéndose en máquinas de guerra.
@mariosalinas61.
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