"Dios es lo que me falta para ser perfecto”.
Palabras ciertas para
algunos, de arrope arrogante para otros.
En su mención de: “El Hacedor
de todo”, se reconoce su inherente presencia en la existencia del hombre; es
real y hasta el ateo sucumbe a lo de no creer cuando es acechado por el peligro
inminente o la cercanía de la muerte; se les ha visto dudando en su: “Jure por
dios que es ateo” o aflojando en “creer que no creen”.
Pero, Dios no ha sido el
problema, sí, la forma en que el humano ha creído, el cómo ha interpretado la
creencia y, por ella, se ha dado a imponerla a los que creen de manera diferente.
Esos convencidos de que su creencia es la única correcta los ha convertido en
justicieros de Dios en la tierra, verdugos de otros “no creyentes, blasfemos” o
definidos por ellos como infieles.
Con las diferentes formas
de creencias: “religiones”, se han librado encuentros bélicos desde tiempos
remotos donde el primitivo adoraba sus dioses naturales y, en el avance del
tiempo, con la llegada de un mesías de carne y hueso, se partió el conteo de
los años en “antes y después de…”
Aunque las guerras se han dado por diferentes causas, la de “religión” ha sido una de las principales. Con sus mesías
reencauchados, intocables, deificados y dados como mártires, los pueblos se han
sentido con razones suficientes para exterminar a los otros, de diferente
creencia. Como empatando lo iniciado desde las adoraciones primitivas, hoy se sigue cubriendo de rojo sangre los tiempos modernos victimizando a los guerreros de Dios.
Dios no ha sido el
problema, lo ha sido la creencia.
@mariosalinas61
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