Está de moda hablar sobre
el medio ambiente. Como siempre, la conducta humana muestra preocupación cuando
el daño se nota, perjudica la vida o en muchos casos, es utilizado como un
caballito de batalla para hacer de él un snob, hasta un negocio.
Yendo a las causas del
desastre ambiental, sin desconocer las acechanzas del mundo actual, se iniciaron
con la revolución industrial y siguieron con episodios de guerras con su
variopinto abanico de armas -ensayos y dos ejecuciones de bombas nucleares- y
el mal manejo, desprecio humano por los elementos que la bondadosa naturaleza
ofrece.
Hoy, después de siglos de
abuso, los más de ocho mil millones de habitantes en el globo -mal distribuidos
y mal educados-, creen que hay desastres naturales cuando sus pueblos y
ciudades, muy vulnerables, se anegan, sucumben ante un ciclón o mueren de inanición.
Ante tal dolor por pérdidas de vidas y desacomodo de sus rutinas tranquilas, se
hacen comentarios sardónicos como: “Eso fue un desastre natural…”; algo, por
demás, impreciso, pues la pacha mama, a pesar de sus afectaciones, no entra en
caos, ella es sabia, dinámica, se reinventa a sí misma.
No hay desastres naturales.
Hay desastres humanos.
@mariosalinas61
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